Domingo de Pentecostés, Año C (19 mayo 2013)

(Misa del día): Hech 2,1-11 (“Todos quedaron llenos del Espíritu Santo… Todos oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”); Rom 8,8-17 (“El Espíritu de Dios habita en vosotros”); Jn 14,15-16.23-26 (“Os enseñará todo”)

Contemplación, vivencia, misión: Se recibe el Espíritu Santo, enviado por Jesús de parte del Padre, como fruto pascual de su muerte y resurrección. La vida nueva del Espíritu es presencia, luz y acción transformadora, que reclama fidelidad de relación, de apertura y de entrega generosa. Un nuevo Pentecostés acontece continuamente en el caminar eclesial, en las nuevas situaciones, para suscitar nuevo fervor de los apóstoles, nueva cercanía a los más pobres entre los pobres. ¿Cómo discernir y seguir la acción del Espíritu Santo? Él lleva siempre hacia el “desierto” (Lc 4,1), hacia los “pobres” (Lc 4,18), hacia el “gozo” oblativo de la Pascua (Lc 10,21). El encuentro contemplativo con Cristo se hace comunión de hermanos y entrega gozosa a la misión.

*En el día a día con la Madre de Jesús: La preparación y la celebración de todo “nuevo Pentecostés” consiste siempre en orar armónicamente y responsablemente “con María la Madre de Jesús”.

AÑO DE LA FE: “María ha invocado el Espíritu con los Apóstoles en el Cenáculo; también nosotros, cada vez que nos reunimos en oración, nos sostiene la presencia espiritual de la Madre de Jesús, para recibir el don del Espíritu y tener la fuerza para dar testimonio de Jesús resucitado» (Papa Francisco, 28 de abril de 2013)

Los comentarios están cerrados.