De Corazón a corazón: Hch 5,17-26 (“Id y decid al pueblo todo lo referente a esta nueva vida”); Jn 3,16-21 (“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: Dios lo dirige todo para el bien de todos sus hijos. Quien se ha dejado conquistar por Cristo, ya no puede prescindir de él. En Jesús, desde Encarnación hasta la cruz, todo es epifanía personal de Dios Amor. Con esta perspectiva, la creación y la historia se insertan en un designio de amor. Es la “nueva vida”. Dios se nos da él mismo en sus dones. Las expresiones pasan, como las flores que se marchitan. La Palabra amorosa de Dios (que es Jesús) es su don permanente, que no pasa nunca. En Cristo, el Verbo Encarnado, se cumplen los anhelos que Dios ya ha sembrado en el corazón humano y en todos los pueblos.
*Todos hermanos, somos signo de esperanza con la Madre de Jesús: Este “misterio” de amor abre sus secretos a quien se une al “sí” de María. “A partir del «fiat» de la humilde Esclava del Señor, la humanidad comienza su retorno a Dios” (Pablo VI, MC 28)