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AÑO DEDICADO A LA ORACIÓN, HACIA EL JUBILEO DE 2025

LA PALABRA DE DIOS CONTEMPLADA, en los Santos Padres

“La Palabra suya (de Dios) que precedió del silencio” (S. Ignacio de Antioquía, Ad Magnesios, VIII, 1)

“La Palabra de Dios, que habitó en el hombre, se hizo también Hijo del hombre, para habituar al hombre a percibir a Dios” (San Ireneo, Tratado contra las herejías,lib.3)

“¿Quién es capaz, Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de los que la estudian” (S. Efrén, Comentarios sobre el Diatésaron, 1,18).

“El Señor Jesús hace surgir agua de la roca y todos bebieron de ella. Los que la bebieron en la figura quedaron saciados… Bebe a Cristo que es la vid; bebe a Cristo que es la roca de la cual brota el agua; bebe a Cristo para beber sus palabras… La Escritura divina se bebe, la Escritura divina se devora cuando lo central de la palabra eterna baja en las venas de la mente y en las energías del alma” (S. Ambrosio, Com. al Salmo 1, 33).

“No sea tu corazón como tierra endurecida, en que no penetra la semilla de la Palabra de Dios” (S. Agustín, Sermón 23,3)

“María es dichosa también porque escuchó la Palabra de Dios y la cumplió, llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo. Cristo es la verdad” (San Agustín, Sermón 25).

«En el principio existía la Palabra» (Jn. 1,1). Juan es la voz que pasa, Cristo es la Palabra eterna que estaba en el principio. Si a la voz se le que quita la palabra, ¿qué queda? Un vago sonido. La voz sin palabra llega al oído, pero no edifica el corazón»(San Agustín, Sermón 293, 3).

(María Virgen, Palabra) “Se eligió una virgen de la estirpe real de David que, debiendo concebir un fruto sagrado, lo concibió antes en su espíritu que en su cuerpo” (S. León Magno, Homilía 21, sobre la Natividad del Señor)

“Las palabras divinas crecen con quien las lee” (S. Gregorio Magno, Homiliae in Ezechielem 1, 7)

“La Palabra, puesta sobre el candelero de la Iglesia… ilumina a todos los hombres” (San Máximo Confesor, Cuestión 63).

 

 

AÑO DEDICADO A LA ORACIÓN, HACIA EL JUBILEO DE 2025

LOS SANTOS ORABAN ASÍ:

“Tratar de amistad… estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama” (Santa Teresa de Ávila). “Qué me importa a mí de mí, sino de Ti… Dénos Él lo que quisiere, siquiera haya agua siquiera sequedad” (Santa Teresa de Ávila)

“Alegres de su presencia” (Cura de Ars). “Yo le miro y él me mira” (campesino de Ars)
“Contento, Señor, contento” (P. Hurtado).
“Pensar en Dios Amándole” (Carlos de Foucauld)

“Una sencilla mirada del corazón en dirección al cielo”. “Mis manos están vacías; pon las tuyas en las mías, ya no están vacías” (Teresa Lisieux)

“Vacíame de mí, lléname de ti y haz de mí un don para ti” (y para mis hermanos) (San Nicolás de Flüe)

“Advertencia amorosa, simple y sencilla, como quien abre los ojos con advertencia de amor» (San Juan de la Cruz, Llama, 3). “A dónde te escondiste, Amado – y me dejaste con gemido – salí tras ti clamando – y eras ido” (Cántico)

“Conocimiento interno del Señor para que más le ame y le siga” (San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales)

“Un silencio lleno de una presencia adorada” y amada ((Juan Pablo II, Orientale Lumen, n.16). “Silencio que permite al Otro hablar cuando quiera y como quiera, y a nosotros comprender esa palabra” (S. Juan Pablo II, Vita Consecrata, n.38)

“Sencillez en la oración… es amar, y amando, entregarse, contemplar, conversar con el Amigo» (Bta. Mª Inés, Consejos).

(San Juan de Ávila): “Cuando nosotros oramos, Él (Cristo) ora en nosotros” (Audi Filia cap. 84). «Secreta y amigable habla” (Audi Filia cap. 6). “Quien quisiere negociar con Él, vaya, que allí lo hallará solo, y el negocio que Él más quiere es que vais a regocijaros con Él; id, que allí lo hallaréis solo” (Sermón 11)

“Los ejercitados en el ejercicio del perfecto amor… buscan la faz de Él y, olvidados de su propio interés, quieren ser todos enteros para Dios más que para sí» (Sermón 69). «Gran atención viva a Dios… como quien escucha a uno que habla de alto…  como un niño o uno que oye órgano y gusta” (Plática 3ª)

“Contentándose con aquella vista sencilla y humilde, acatando a los pies del Señor y esperando su limosna y misericordia” (Carta 1). “Y pues conmigo estáis, sea enhorabuena; estemos juntos, y sea en cruz; mirad por mí, pues que yo no soy para ello” (Carta 90). “Una vía de amistad, a la manera que inclina el corazón a holgarse de los bienes de un grande amigo que tiene” (Carta 222)

ORACIÓN INTERCESORA DE JESÚS, CAMINO SINODAL

Conversión y oración: Vivir en sintonía con la mirada amorosa de Jesús al Padre

Jesús es «Mediador entre Dios y los hombres» (1Tim 2,5-6), “Verbo hecho carne” (Jn 1,14), nuestro Redentor (Ef 1,7.14), «Salvador del mundo» (Jn 4,42), Sacerdote y Víctima (Heb 5,9-19), “por ellos yo me santifico a mí mismo” (Jn 17,19). El Hijo de Dios: relación filial, diálogo, mirada amorosa (en el Espíritu Santo) al Padre. Con nosotros ora y ama: “Padre nuestro” (Mt 6,9; cfr. Jn 17,1ss). “Escuchadlo” (Mt 17,5)

Cristo presente en la oración y en el camino de la Iglesia: “Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa, la Iglesia, que invoca a su Señor y por él tributa culto al Padre eterno” (Sacrosantum Concilium, n.7). “Al tomar la naturaleza humana, introdujo en este exilio terrestre aquel himno que se canta perpetuamente en las moradas celestiales. El mismo une a Sí la comunidad entera de los hombres y la asocia al canto de este divino himno de alabanza. Porque esta función sacerdotal se prolonga a través de su Iglesia, que, sin cesar, alaba al Señor e intercede por la salva­ción de todo el mundo no sólo celebrando la Eucaristía, sino también de otras maneras, principalmente recitando el Oficio divino” (ibid., n.83). “El Oficio divino… entonces es en verdad la voz de la misma Esposa que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su Cuerpo, al Padre” (ibid., n.84)

Prolongar a Cristo: “Los Apóstoles, al constituir diáconos, dijeron: «Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministe­rio de la palabra»» (Hch 6,4) (Sacrosantum Concilium, n.86) (predicación, oración Eucarística fraterna)

“Ministros”, servidores: Somos signo personal y sacramental de Cristo, su memoria viviente ante la Iglesia esposa (cfr. Pastores dabo vobis, 16, 22), en el “Pueblo sacerdotal” (ibid., 13, 38; LG 10). Si no hay “servicio oblativo”, no hay sacerdocio.

Dejarse sorprender por el amor de quien intercede y comparte nuestra historia:

Sus “sentimientos” actualizados en la oración: Lc 10,21: “Gracias… Sí, Padre”. Jn 17,1.23.27: “Padre… yo en ellos”; Heb 7,25-26: “vive siempre para interceder a favor de ellos”. Heb 5,9-10: “llevado a la consumación… proclamado por Dios sumo sacerdote”. Heb 10,5.7: “al entrar él en el mundo dice… he aquí que vengo… para hacer tu voluntad”. Heb 13,8: “Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre”. Heb 13,15: “Por medio de él, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza”. Jn 17,9.20: “Te ruego por ellos… también por los que crean en mí por la palabra de ellos”. Rm 8,32: “El que a su propio Hijo… lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él?”. Rm 8,34: “Cristo Jesús… está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros”. Rm 8,35-39: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?”. 2Cor 5,14: “Nos apremia el amor de Cristo” (misión)

Camino sinodal “auténtico”: La Iglesia en Cenáculo misionero, “todos perseveraban unánimes en la oración con María la Madre de Jesús” (Hch 1,14; 4,32: “un solo corazón”)