APÓSTOLES PARA UNA IGLESIA MISIONERA EN ESTADO DE CONVERSIÓN

El anuncio del “Evangelio”, un cambio de «mentalidad» y de corazón:

Jesús: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; convertíos (meta-noeite) y creed en el evangelio” (Mc 1,15).  Cambio de paradigma: (A Nicodemo) “Si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3, 5). (A la mujer samaritana) “¡En espíritu y en verdad” (Jn 4,24).

Apóstoles (Pedro): “Convertíos y que cada uno de vosotros se  haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Como Pablo: “Habéis sido enseñados… a renovar el espíritu de vuestra mente y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la  justicia y santidad de la verdad” (Ef 4,21. 23-24). “Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, y de ellos el primero soy yo” (1Tim 1,15).

“Conversión”: abrirse al amor, “creer” (adherirse a Cristo y su mensaje), “bautizarse” y guiar a los bautizados (“transformarse” en Cristo). Camino de santidad, “la perfección de la caridad” (Lumen Gentium 40 y 45).

Actualidad: Conversión y renovación de la Iglesia hoy. “El anuncio de la Palabra de Dios tiene como objetivo la conversión cristiana, es decir, la adhesión plena y sincera a Cristo y su Evangelio a través de la fe” (Redemptoris Missio 46).

“Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera… El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo … Sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico… cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo” (Evangelii Gaudium 25-26).

Mensaje Cuaresma 2019: “El camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual… La Cuaresma es signo sacramental de esta conversión, es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna”.

La naturaleza misionera de la Iglesia, evangelizadora y evangelizada:

“La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser el sacramento universal de la salvación, obedeciendo el mandato de su Fundador (cf. Mc. 16,15) … la Iglesia, sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt. 5,13-14), se siente llamada con más urgencia a salvar y renovar a toda criatura para que todo se instaure en Cristo y todos los hombres constituyan en El una única familia” (Ad Gentes 1). “No podemos predicar la conversión si nosotros no nos convertimos todos los días” (Redemptoris Missio 47). “Cada Iglesia … es por su propia naturaleza misionera, evangelizada y evangelizadora” (ibid. 49)

El apóstol y la comunidad en permanente estado de conversión:

Apóstol: “El hombre de las bienaventuranzas” (Redemptoris Missio 91).
Vivir la conversión, para anunciar la conversión. Transparencia del evangelio.

Convertirse al “seguimiento” de Cristo: vivir como Cristo “pobre” (el Buen Pastor que da vida para evangelizar a los pobres). Los evangelizados tienen derecho a ver en nosotros el modo de vivir y amar de Jesús. Conversión al “Padre Nuestro”: “contemplación” (ver 1Jn 1,1). Dios escucha el corazón. Decir “Abba”, con la voz y el amor de Jesús en el Espíritu (Gal 4,6; Rom 8,15). Conversión a las “bienaventuranzas”: “la perfección de la caridad” (LG 40).

Conversión a la “comunión” (coinonia): “que sean uno” (Jn 17.21), “un solo corazón y una sola alma» (Hechos 4,32). Conversión al “servicio” (diaconía): Mc 10,45; Jn 13,14-16. Servir y lavar los pies. Conversión para ser “testigo” (martyria): un signo creíble y una exégesis viva del Evangelio.
“La llamada a la misión deriva de por sí de la llamada a la santidad … La vocación universal a la santidad está estrechamente unida a la vocación universal a la Misión … El renovado impulso hacia la misión ad gentes exige misioneros santos … es necesario suscitar un nuevo anhelo de santidad entre los misioneros y en toda la comunidad cristiana” (RMi 90).

Proceso permanente de conversión, «estado de vida» abierto al Amor:

Proceso de oblación en Cristo (liturgia, Eucaristía): “Por medio de él, por lo tanto, continuamente ofrecemos un sacrificio de alabanza a Dios” (Heb 13,15). Proceso de apertura a la Palabra (“discípulos”): “criterios”, “valores”, “actitudes”. Comunidad fraterna y eclesial de “conversos” en proceso: consejo espiritual, corrección fraterna, compartir, donación de sí mismo, atentos a los demás.

Discernimiento: personal, comunitario = fidelidad al Espíritu Santo. La última “conversión” de San Agustín: “He entendido que solo uno es verdaderamente perfecto y que las palabras del Sermón de la Montaña se realizan totalmente en una sola: en el mismo Jesucristo. En su lugar, toda la Iglesia, todos nosotros, incluidos los Apóstoles, debemos orar todos los días: perdónanos nuestras deudas como perdonamos a los que nos ofenden” (Retractaciones I,19). (Primera conversión): «Tú estabas, ciertamente, delante de mí, mas yo me había alejado también de mí, y no acertaba a hallarme, ¡cuánto menos a ti!” (Confesiones V, 2, 2).

Nuestra “gran conversión”: apertura al Misterio de la Encarnación y Redención. Dejarse sorprender como la Madre de Jesús: “fiat” (Lc 1,38), “magníficat” (Lc 1,46), “meditaba en el corazón” (Lc 2,19.51), “estaba de pie” (Jn 19,25), “gran señal” (Ap 12,1).

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