Sábado semana cuarta de Pascua (27 abril, Virgen de Montserrat)

De Corazón a corazón: Hch 13,44-52 ("Nos volvemos a los gentiles… Los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo"); Jn 14,7-14 ("El que me ha visto a mí, ha visto al Padre")

Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: Quien no ama a Cristo, no le conoce de verdad. Él conoce amando a “los suyos” y es conocido amando por parte de ellos. El gozo de un creyente nace de amar y hacer amar a Cristo, tal como es, sin rebajas en su realidad de perfecto Dios, perfecto hombre y único Salvador, que salva al hombre por medio del hombre. Dios Amor se nos ha manifestado así y sólo le acepta de corazón quien se deja sorprender de su amor. Quien conoce a Jesús amándole, se transforma en expresión de quien es “Palabra” personal de Dios.

*Con María la Iglesia ora y camina en comunión y esperanza, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: Nadie mejor que Ella nos puede guiar, en nuestro camino de fe, como Madre, intercesora, discípula y maestra, "a quien la Iglesia católica, enseñada por el Espíritu Santo, honra con filial afecto de piedad como a Madre amantísima" (LG 53). “Allí donde hay un santuario, una iglesia, una capilla dedicada a ella, sus hijos acuden en gran número” (Papa Francisco, Mensaje Mundial Juventud 2023). Lecturas en fiesta de Montserrat: Hch 1,12-14 ("con María la madre de Jesús"); Ef 1,3-6.11-12 ("nos eligió en Cristo"); Lc 1,39-47 (visitación: "feliz tú que has creído")

AÑO DE ORACIÓN 2024: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1)

“EN ORACIÓN CON JESÚS EN EL CAMINO DE LA CRUZ”
(Papa Francisco, Viacrucis, 29 marzo 2024, selección)

Introducción: Señor Jesús, al mirar tu cruz comprendemos tu entrega total por nosotros. Te consagramos y ofrecemos este tiempo. Queremos pasarlo junto a ti, que rezaste desde el Getsemaní hasta el Calvario. En el Año de la oración nos unimos a tu camino orante… Nos pides una sola cosa: quedarnos contigo… que permanezcamos cerca de ti… también hoy, sobre todo hoy, necesitas nuestra oración.

Invocación conclusiva (el nombre de Jesús, 14 veces). Señor, te rogamos como los necesitados, los frágiles y los enfermos del Evangelio, que te suplicaban con la palabra más sencilla y familiar: pronunciando tu nombre.

Jesús, tu nombre salva, porque tú eres nuestra salvación.

Jesús, tú eres mi vida y para no perderme en el camino te necesito a ti, que perdonas y levantas, que sanas mi corazón y das sentido a mi dolor.

Jesús, tú tomaste sobre ti mi maldad, y desde la cruz no me señalas con el dedo, sino que me abrazas; tú, manso y humilde de corazón, sáname de la amargura y del resentimiento, líbrame del prejuicio y de la desconfianza.

Jesús, te contemplo en la cruz y veo que se despliega ante mis ojos el amor, que da sentido a mi ser y es meta de mi camino. Ayúdame a amar y a perdonar, a vencer la intolerancia y la indiferencia, a no quejarme.

Jesús, en la cruz tienes sed, es sed de mi amor y de mi oración; los necesitas para llevar a cabo tus planes de bien y de paz.

Jesús, te doy gracias por los que responden a tu invitación y tienen la perseverancia de rezar, la valentía de creer y la constancia para seguir adelante a pesar de las dificultades.
Jesús, te encomiendo a los pastores de tu pueblo santo: su oración sostiene el rebaño; que encuentren tiempo para estar ante ti y que asemejen su corazón al tuyo.

Jesús, te bendigo por las contemplativas y los contemplativos, cuya oración, oculta al mundo, es agradable a ti. Protege a la Iglesia y a la humanidad.

Jesús, traigo ante ti las familias y las personas que han rezado esta noche desde sus casas; a los ancianos, especialmente a los que están solos; a los enfermos, gemas de la Iglesia que unen sus sufrimientos a los tuyos.

Jesús, que esta oración de intercesión abrace a los hermanos y hermanas de tantas partes del mundo que sufren persecución a causa de tu nombre; a los que padecen la tragedia de la guerra y a los que, sacando fuerzas de ti, cargan con pesadas cruces.

Jesús, por tu cruz has hecho de todos nosotros una sola cosa: reúne en comunión a los creyentes, infúndenos sentimientos fraternos y pacientes, ayúdanos a cooperar y a caminar juntos; mantén a la Iglesia y al mundo en la paz.

Jesús, juez santo que me llamarás por mi nombre, líbrame de juicios temerarios, chismes y palabras violentas y ofensivas.

Jesús, que antes de morir dijiste “todo se ha cumplido”. Yo, en mi miseria, no podré decirlo nunca. Pero confío en ti, porque eres mi esperanza, la esperanza de la Iglesia y del mundo.

Jesús, una palabra más quiero decirte y seguir repitiéndote: ¡Gracias! Gracias, Señor mío y Dios mío.

Viernes semana cuarta de Pascua (26 abril 2024)

De Corazón a corazón: Hch 13,26-33 ("A vosotros ha sido enviada esta Palabra de salvación… Dios lo resucitó"); Jn 14,1-6 ("Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí" )

Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: Dios Amor hace sentir su presencia de inmensidad y de inhabitación por medio de Jesús, el Verbo Encarnado. Jesús sigue caminando con nosotros, mientras, al mismo tiempo, ya ha llegado a su glorificación, que será un día la nuestra. Desde que Dios, haciéndose hombre, ha asumido nuestra historia, el camino de la vida humana queda iluminado por su cruz y su resurrección, su misterio pascual. Sólo en Jesús vemos que Dios ama así: dándose a sí mismo y llevándonos en su Corazón. Nuestra suerte está ligada a la suya. De la experiencia de encuentro con Cristo, pasamos a la misión de dar a conocer y amar a Cristo.

*Con María la Iglesia ora y camina en comunión y esperanza, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: Estamos llamados a conocer y amar a Jesús tal como es, nacido de María. Meditando como ella las palabras de Jesús, vivimos en sintonía con su "sí", con su "Magníficat" y con su estar "de pie junto a la cruz". La vida cristiana es una “sinfonía” mariana.