ITINERARIO DE FE EN LA CARTA A LOS HEBREOS

Cristo, el Hijo, la Palabra personal de Dios,  se ha hecho oblación-donación perfecta, ilumina nuestro camino histórico, nos acompaña, nos espera (cfr. Jn 1,14; Mt 28,20; Gal 4,4-7)

Heb 1,1-2: ”Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas;  en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo”.

Heb 4,14: “Teniendo, pues, tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos ‑ Jesús, el Hijo de Dios ‑ mantengamos firmes la fe que profesamos”.

Heb 6,12: “De forma que no os hagáis indolentes, sino más bien imitadores de aquellos que, mediante la fe y la perseverancia, heredan las promesas”.

Heb 10,38-39: “Mi justo vivirá por la fe”. “Pero nosotros no somos cobardes para perdición, sino creyentes para salvación del alma”.

Heb 11,1-3: “La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven”.  “Por ella fueron alabados nuestros mayores”. “Por la fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece”.

Heb 11,6: “Ahora bien, sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan”.

Heb 11,8-10: “Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba”. “Por la fe, peregrinó por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas”. “Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.

Heb 11,17: “Por la fe, Abraham, = sometido a la prueba, presentó a Isaac como ofrenda, y el que había recibido las promesas, ofrecía a su unigénito”.

Heb 11,29: “Por la fe, atravesaron el mar Rojo como por una tierra seca”.

Heb: 12,1-2: “Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono de Dios”.

Heb 12,22-24: “Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación, y a Jesús, mediador de una nueva Alianza, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel”.

Heb 13,8: “Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre”.

Heb 13,13-15: “Así pues, salgamos donde él, fuera del campamento, cargando con su oprobio; que no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro. Ofrezcamos sin cesar, por medio de él, a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que celebran su nombre”.

 

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